Introducción
Vivimos en tiempos donde de una forma notable y sin precedentes, a nivel social y público, se ha denunciado el Abuso Sexual Infantil (ASI) en los medios de comunicación y redes sociales, informando y concienciando a la sociedad acerca de esta problemática. Son notables los eventos recientes tales como los movimientos de denuncia como el de “me too”, el “Proyecto Unbreakable”, las denuncias de acoso sexual al productor de cine Harvey Weinstein, la atención creciente a los casos de abuso sexual como el acaecido en Pamplona por la “Manada”, la entrevista de Risto al afamado pianista James Rhodes, superviviente de abuso sexual, en el programa de Chester de la Cuatro en televisión. Estos son los primeros pasos para su erradicación. El silencio que durante siglos ha amordazado a los y las supervivientes de ASI, por fin se comienza a romper.
Sin embargo, tras la denuncia, la sensibilización y la concienciación, queda mucho trabajo por hacer.
Estas acciones no son más que el comienzo de una necesaria transformación más profunda y compleja: la de sanar a los y las supervivientes que han quedado marcados y marcadas, por dicha agresión y la de educar a la población infantil, adolescente y adulta para prevenir dichas agresiones. Si nos limitamos a tan solo denunciar los casos de ASI en los medios de comunicación, estaremos poniendo un parche en lugar de remendar los desgarros en la ropa de la psique de los y las supervivientes de abuso sexual.
Según el Protocolo Contra la Violencia Sexual del Principado de Asturias, el abuso sexual a menores supone un grave problema de salud pública que afecta a un número significativo de la población. En España, el 23% de las niñas y el 15% de los niños sufren actualmente algún tipo de abuso sexual. Esto significa una de cada cuatro niñas y uno de cada cinco niños. (Consejería de Presidencia y Participación Ciudadana Asistencia Técnica de Dª Yolanda Fontanil y Dª Ángeles Alcedo Septiembre de 2018. Gobierno del Principado de Asturias. Gobierno de España. Ministerio de la Presidencia, relaciones con las Cortes e Igualdad.)
Hay estudios que indican que en algún momento de sus vidas una de cada seis mujeres han vivido una violación o un intento de violación, de las cuales más de la mitad han sido antes de la edad de 18 años.
Encontramos otros datos significativos como los del Ministerio del Interior, que en 2016 notificaron 4.393 delitos contra la libertad sexual de los niños, que representan el 50,1% del total de las denuncias por estos delitos. (UNICEF)
Consecuencias
Las consecuencias de ASI son muy variadas y entran dentro de lo que se denomina como Trastorno de Estrés Postraumático.
Las consecuencias del abuso sexual a menores, tanto a corto como a largo plazo, son muy negativas para su funcionamiento psicológico y físico. Entre los efectos a largo plazo se encuentran alteraciones emocionales importantes, depresión, ansiedad, ideas e intentos de suicidio, trastorno de estrés postraumático, problemas en las relaciones interpersonales, vulnerabilidad a una nueva victimización, trastornos en el funcionamiento sexual, trastornos de la alimentación, consumo de drogas o alcohol, desarrollo de trastornos ginecológicos, gastrointestinales o coronarios, etc..
No todos los y las supervivientes son capaces de procesar dichos recuerdos y quedan afectados de forma perjudicial y poco saludable en su día a día. Las estadísticas del número de personas que ha sufrido ASI son abrumadoras.
Consideramos que es una problemática que merece una atención especial, sobre todo desde el enfoque de la sanidad de las emociones dañadas, el aprendizaje de nuevos patrones de comportamiento y favorecer así una mayor integración del superviviente de ASI en la vida colectiva. Son demasiados los casos que viven en situación de exclusión social, con una importante falta de competencias básicas al vivir en un estado de mayor vulnerabilidad e indefensión.
«Cuando empecé a salir con chicos, siempre parecía atraer a aquel tío que abusaba de mí verbalmente. Me involucraba en una relación horrible durante meses, esperando cambiar al chico en alguien sensible y cariñoso. Finalmente terminaba totalmente derrotada, emocionalmente agotada, a causa de todo el abuso que recibía. Y para mayor desgracia, después de varias relaciones desdichadas, me casé sólo para descubrir que me había casado con un alcohólico violento. Me sentía atrapada pero también obligada a seguir en esta relación de matrimonio, sin importar lo que tuviera que sufrir.» (Puerta de esperanza. Jan Frank)
El evento traumático es cosa del pasado, sin embargo, persigue al superviviente en el presente. Una situación que ya no es real, sigue atormentando y martirizando las mentes y emociones de miles de personas que nunca han encontrado un espacio donde encontrar recursos para conseguir que dicho evento pierda su influencia sobre ellos.
“Mi abuelo empezó a abusar de mí con tocamientos cuando yo tenía 12 años. Yo me quedaba congelada. Cuando terminaba me daba dinero. Hubo un momento, en plena adolescencia, en que cuando yo necesitaba dinero iba a buscarle para que abusara de mí. Esto continuó así hasta los 19 años. ¿Por qué no fui capaz de pararle? ¿Cómo fui capaz yo misma de dejarle que abusara de mí por dinero? La culpa, vergüenza y asco que sentía hacia mí misma era paralizante. La ira que sentía, hacía que me metiera en serias peleas callejeras‖. (Superviviente de ASI. Guía de Orientación de ASI. Asociación Crisálida)
El efecto de las consecuencias del ASI no se limita tan solo al superviviente, sino también a su entorno social. Las depresiones, la ansiedad, los intentos de suicidio, los brotes de ira, la indefensión, la disociación, los trastornos alimenticios, la drogodependencia, etc. afectan a familiares directos y a la convivencia con el resto de la sociedad. Ofrecer apoyo a este sector de la sociedad se traduce en una mejora no solo individual, sino también una mejora de la convivencia colectiva.
Dando apoyo
En palabras del psicólogo Albert Bandura: “Las personas que creen que tienen la facultad de ejercer cierto grado de control sobre sus vidas son más saludables, más eficaces y con mayor éxito que aquellas que no tienen fe en su capacidad para llevar a cabo cambios en sus vidas”.
Creemos que la utilización de la creatividad, expresada en diversas formas artísticas y el apoyo grupal son herramientas muy efectivas a la hora de sanar el trauma del abuso sexual.
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Trabajaremos en establecer relaciones de intimidad de forma saludable y comprender los límites del afecto y lo erótico.
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Aprenderemos a utilizar estrategias saludables en el comportamiento en el trato con los demás.
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Romperemos el silencio acerca del evento traumático de ASI.
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Reflexionaremos acerca de lo que es una identidad saludable, identificaremos las consecuencias del ASI en nuestra vida cotidiana y adoptaremos comportamientos que nos ayuden en la integración plena en el colectivo social.
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Adquiriremos las capacidades necesarias para recuperar una sensación de control sobre nosotros y nosotras mismas y nuestras situaciones.
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A través de los testimonios de otros y otras supervivientes, las actividades grupales y artísticas ganaremos confianza en que un futuro mejor es posible.